Me gustan las ferreterías. A los que nos gusta enredar nos gustan los escaparates de las ferreterías. En Haro , La Rioja, había una ferretería , que ya ha desaparecido, que tenía desde cancamos y alcayatas hasta pequeña maquinaria agricola. Era enorme. Se llamaba Felipe Perez . En verano acompañaba a mi padre algunas mañanas y mientras él preguntaba por tijeras de podar o serrucho o cloro para el agua de la piscina o lo que fuera yo me quedaba extasiado mirandolo todo en aquel templo sagrado del enredo. Toda la tienda almacen era de madera, con un mostrador muy largo y muebles de cajones hasta el techo . En cada cajón un letrero o un testigo de su contenido, clavos de todos los tamaños, tiradores para armarios, tijeras, cancamos ...etc etc cientos de cajones de madera. Los dependientes iban vestidos con un mono azul incluido el propio Felipe Perez al que mi padre hacía consultas técnicas y algún pedido. Cuando camino de paseo aquí en Madrid y paso por una ferretería me quedo un rato pegado al cristal del escaparate. Necesito la mayor parte de lo que veo y todo me parece práctico y necesario. Ahora ando detrás de una sierra de calar decente. Se pueden hacer maravillas con ella y estoy por pedirle una a los reyes magos.
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Me gustan las ferreterías. A los que nos gusta enredar nos gustan los escaparates de las ferreterías. En Haro , La Rioja, había una ferretería , que ya ha desaparecido, que tenía desde cancamos y alcayatas hasta pequeña maquinaria agricola. Era enorme. Se llamaba Felipe Perez . En verano acompañaba a mi padre algunas mañanas y mientras él preguntaba por tijeras de podar o serrucho o cloro para el agua de la piscina o lo que fuera yo me quedaba extasiado mirandolo todo en aquel templo sagrado del enredo. Toda la tienda almacen era de madera, con un mostrador muy largo y muebles de cajones hasta el techo . En cada cajón un letrero o un testigo de su contenido, clavos de todos los tamaños, tiradores para armarios, tijeras, cancamos ...etc etc cientos de cajones de madera. Los dependientes iban vestidos con un mono azul incluido el propio Felipe Perez al que mi padre hacía consultas técnicas y algún pedido. Cuando camino de paseo aquí en Madrid y paso por una ferretería me quedo un rato pegado al cristal del escaparate. Necesito la mayor parte de lo que veo y todo me parece práctico y necesario. Ahora ando detrás de una sierra de calar decente. Se pueden hacer maravillas con ella y estoy por pedirle una a los reyes magos.
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