Entre Las Palmas y Madrid , en un apartamento en Nueva Zelanda, y el nacimiento de mi hijo Borja. Fue el momento en el que abandoné la ilustración y el aerógrafo, aunque no empecé a pintar de nuevo hasta más tarde. En las palmas había impartido unos cursos, dos, de ilustración y diseño gráfico. Estuve unos meses. En Nueva Zelanda no tenía estudio así es qu hacía dibujos y poca cosa más.
El cuarto desde arriba, es decir la sirena, es el dibujo del que partió la portada del número cien de “ La Luna de Madrid”. A pesar de no estar nunca en “La Movida” , hice algunas cosas para La Luna y Sur Exprés. Conocía a Borja Casani su director y en esas ocasiones lo hacía gratis. Yo era un ilustrador gráfico que trabajaba por dinero, para el que estuviera dispuesto a pagarme. Trabajaba para compañías discográficas sin importarme nada el contenido musical de las portadas que hacía. Me parecían todos igual de lejanos y de malos. Los otros ilustradores de mi entorno me interesaban poco o nada. A mi vuelta de Londres era un tipo aislado que trabajaba como un animal . Recibía el encargo, lo hacía y punto . Era con mucho el mejor pagado. Una especie de sicario o pistolero. Hasta que un día no descolgué el teléfono y la historia se terminó.
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Entre Las Palmas y Madrid , en un apartamento en Nueva Zelanda, y el nacimiento de mi hijo Borja. Fue el momento en el que abandoné la ilustración y el aerógrafo, aunque no empecé a pintar de nuevo hasta más tarde. En las palmas había impartido unos cursos, dos, de ilustración y diseño gráfico. Estuve unos meses. En Nueva Zelanda no tenía estudio así es qu hacía dibujos y poca cosa más.
El cuarto desde arriba, es decir la sirena, es el dibujo del que partió la portada del número cien de “ La Luna de Madrid”. A pesar de no estar nunca en “La Movida” , hice algunas cosas para La Luna y Sur Exprés. Conocía a Borja Casani su director y en esas ocasiones lo hacía gratis. Yo era un ilustrador gráfico que trabajaba por dinero, para el que estuviera dispuesto a pagarme. Trabajaba para compañías discográficas sin importarme nada el contenido musical de las portadas que hacía. Me parecían todos igual de lejanos y de malos. Los otros ilustradores de mi entorno me interesaban poco o nada. A mi vuelta de Londres era un tipo aislado que trabajaba como un animal . Recibía el encargo, lo hacía y punto . Era con mucho el mejor pagado. Una especie de sicario o pistolero. Hasta que un día no descolgué el teléfono y la historia se terminó.
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