Raconto corto.

Siempre me he llevado mal con el poder. Aunque solo sea por mi carácter contreras, siempre ha sido así. Políticamente he sido crítico con todos y cada uno de los presidentes de gobierno de la democracia española que me ha tocado vivir. Como madrileño lo he sido con todos y cada unos de los alcaldes también. Ahora no es menos. Con la edad tengo una tendencia a sentirme menos crítico con los que, en mi opinión, considero que van a administrar mejor económicamente las cosas. Los problemas de nuestro mundo no tienen soluciones políticas sino de conciencia. Por el camino,  porque eso va lento según parece,  prefiero en mi país, y en el mundo, buenos administradores. De hecho un gobierno buen administrador de los recursos y con muchas menos ideas políticas me parecería lo mejor. Ideas de principios del siglo XX , absolutamente fracasadas social y económicamente, no me parecen validas para encarar los nuevos problemas que se nos plantean. Y ahí lo dejo de momento.
Todas las tardes aplaudo, los sanitarios, médicos, y todos los servicios que se están peleando con la pandemia lo merecen, y todas las tardes saco una cacerola por la ventana y aporreo también, por la, en mi opinión, absoluta ineptitud del poder que nos gobierna. Lo hago por varias razones,  entre otras porque es su responsabilidad dirigir este asunto, y otra por mi pleno derecho a hacerlo.