Este año no vamos a celebrar navidad. En ausencia de mis padres, tampoco nos vamos a reunir los hermanos. No es bueno o malo. Distinto sí y supongo que el principio de una separación paulatina y natural. La navidad ahora no tiene nada que ver con lo que era en mi infancia. Es algo así como que el invierno, era invierno, la familia, era familia y la navidad, era navidad. Mis cuadernos de dibujos comienzan en Enero de cada año y terminan en Diciembre, sin embargo he considerado también el comienzo de las temporadas de trabajo después del verano. Es otro calendario. El fin de año y el brindis por el año que comienza no me ha gustado nunca. Hace años que no tomo las uvas, a esa hora me sientan horrorosamente. El champagne no me gusta. Mi padre preparaba un coctail de champagne , que aprendió a mezclar de joven y que llamaba “coctail d,amour” . Con los años fué decayendo hasta convertirse en una bebida dulzona y muy trepadora, dos copitas tumbaban a un elefante. A esa hora tengo sueño y el ruido de las fiestas me ha parecido una distorsión insoportable. Algún año lo he vivído en el campo mirando estrellas , unos años en los que mis padres decidieron pasar las vacaciones allí. Tengo que crear un lugar y hacerlo propio en la última etapa de mi vida , corta o larga, porque esta ya ha perdido el sentido que tuvo .
Nunca le dí un valor contable en dinero a las cosas de mis padres. Estaba en ellas sin que fueran mías. Estaba en ellas porque nací en ellas. Ahora se les ha dado valor material. Nunca lo tuvo para mí. Lo tiene , los documentos lo demuestran. Hay otro valor , que sí me pareció real y del que solo yo era el dueño, el afecto por lo vivído en los lugares de mi infancia y de mi juventud. La relación con muchos objetos sobre los que no tuve nunca una conciencia de propiedad. En la mágia y lucidez de la infancia , los objetos tienen vida propia y por tanto se pertenecen a sí mismos. Algunos cuadros eran ventanas a sueños. Me tengo que separar para siempre de la parte material de muchos de esos recuerdos. La vida es cambio, la existencia verdadera , permanencia. La tierra que pisaba y en la que jugaba, probablemente no volveré a pisarla ni tiene ya ninguna relación con mi vida. No va a ser fácil construir una nueva patria. La nostalgia es tan inmaterial como pesada. A el nuevo lugar no me une ningún afecto, no tengo raices allí , no tengo historia. Ni siquiera tengo un nombre en esa tierra. Tengo la voluntad como semilla.
Hoy escuchaba hablar a un escritor. Un escritor profesional. Hablaba de sí mismo como verdadera literatura. No sé lo que significa eso. Todos sabemos que la misma cosa puede estar bien o mal contada y puede , en algunos casos, estar contada con mucha belleza. Lo que se cuenta es lo que importa . Finalmente es eso o no es nada. Si hay verdad ya hay mucho andado y , que yo sepa, no hay belleza sin verdad. Yo leo poca literatura. Cuando algo me absorbe es porque la transparencia de la narración es tal, que me olvido de la lengua para penetrar en la puerta que abre a un mundo nuevo. No sé de literatura , pero de eso sí. El arte no es erudición. La literatura , como la pintura o la escultura o la poesía o la música , por ejemplo , pueden ser un arte en ocasiones y no serlo en otras. Artista es algo que que mo depende ni del grado de cultura ni del conocimiento ni la erudición y el oficio , tan necesario, puede en ocasiones ser una constumbre repetida sobre una forma de mediocridad. Le escuchaba hablar de sí mismo sin el más mínimo pudor y sin ninguna prudencia. Y me ponía en su lugar. Menuda vergüenza , habiendo tenido ante mis ojos cualquiera de las muchas obras maestras que he tenído la suerte de poder mirar.
5 comentarios:
Este año no vamos a celebrar navidad. En ausencia de mis padres, tampoco nos vamos a reunir los hermanos. No es bueno o malo. Distinto sí y supongo que el principio de una separación paulatina y natural.
La navidad ahora no tiene nada que ver con lo que era en mi infancia. Es algo así como que el invierno, era invierno, la familia, era familia y la navidad, era navidad.
Mis cuadernos de dibujos comienzan en Enero de cada año y terminan en Diciembre, sin embargo he considerado también el comienzo de las temporadas de trabajo después del verano. Es otro calendario. El fin de año y el brindis por el año que comienza no me ha gustado nunca. Hace años que no tomo las uvas, a esa hora me sientan horrorosamente. El champagne no me gusta. Mi padre preparaba un coctail de champagne , que aprendió a mezclar de joven y que llamaba “coctail d,amour” . Con los años fué decayendo hasta convertirse en una bebida dulzona y muy trepadora, dos copitas tumbaban a un elefante. A esa hora tengo sueño y el ruido de las fiestas me ha parecido una distorsión insoportable. Algún año lo he vivído en el campo mirando estrellas , unos años en los que mis padres decidieron pasar las vacaciones allí.
Tengo que crear un lugar y hacerlo propio en la última etapa de mi vida , corta o larga, porque esta ya ha perdido el sentido que tuvo .
Nunca le dí un valor contable en dinero a las cosas de mis padres. Estaba en ellas sin que fueran mías. Estaba en ellas porque nací en ellas. Ahora se les ha dado valor material. Nunca lo tuvo para mí. Lo tiene , los documentos lo demuestran. Hay otro valor , que sí me pareció real y del que solo yo era el dueño, el afecto por lo vivído en los lugares de mi infancia y de mi juventud. La relación con muchos objetos sobre los que no tuve nunca una conciencia de propiedad. En la mágia y lucidez de la infancia , los objetos tienen vida propia y por tanto se pertenecen a sí mismos. Algunos cuadros eran ventanas a sueños. Me tengo que separar para siempre de la parte material de muchos de esos recuerdos. La vida es cambio, la existencia verdadera , permanencia. La tierra que pisaba y en la que jugaba, probablemente no volveré a pisarla ni tiene ya ninguna relación con mi vida. No va a ser fácil construir una nueva patria. La nostalgia es tan inmaterial como pesada. A el nuevo lugar no me une ningún afecto, no tengo raices allí , no tengo historia. Ni siquiera tengo un nombre en esa tierra. Tengo la voluntad como semilla.
Hoy escuchaba hablar a un escritor. Un escritor profesional. Hablaba de sí mismo como verdadera literatura. No sé lo que significa eso. Todos sabemos que la misma cosa puede estar bien o mal contada y puede , en algunos casos, estar contada con mucha belleza. Lo que se cuenta es lo que importa . Finalmente es eso o no es nada. Si hay verdad ya hay mucho andado y , que yo sepa, no hay belleza sin verdad.
Yo leo poca literatura. Cuando algo me absorbe es porque la transparencia de la narración es tal, que me olvido de la lengua para penetrar en la puerta que abre a un mundo nuevo. No sé de literatura , pero de eso sí. El arte no es erudición. La literatura , como la pintura o la escultura o la poesía o la música , por ejemplo , pueden ser un arte en ocasiones y no serlo en otras. Artista es algo que que mo depende ni del grado de cultura ni del conocimiento ni la erudición y el oficio , tan necesario, puede en ocasiones ser una constumbre repetida sobre una forma de mediocridad. Le escuchaba hablar de sí mismo sin el más mínimo pudor y sin ninguna prudencia. Y me ponía en su lugar. Menuda vergüenza , habiendo tenido ante mis ojos cualquiera de las muchas obras maestras que he tenído la suerte de poder mirar.
¡Feliz año, Carlos!
Igual para ti Toni.
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