2020 ha sido un año extraño y disperso. Al final estaré en unos setenta cuadros , pero en rachas sueltas sin una continuidad tan estricta como por ejemplo los últimos años. Se cierra una década con unos setecientos cuadros más o menos aparte de otras obras. El otro día escuchaba que Matisse en diez años había hecho unos doscientos collages, en su etapa de los recortables. Por supuesto preciosos. No se trata del número, pero los artistas los miramos para saber que seguimos trabajando. Y eso en mi caso supone un problema de almacenaje. Serio problema ya.
Si pienso en mi mujer y en mi hijo , que no conocen mi éxito, yo tampoco , y pienso entonces que si le damos un valor de x euros a cada obra, por poquito que sea les hago un apaño. De manera que en mi aislamiento estoy amasando una pequeña fortuna para ellos.
No sé si va a ser posible ninguna fundación. Lo más normal es que mi trabajo se vaya difuminando, perdiendo y disolviendo en un mundo al que no perteneceré, no pertenezco ya, en manos desconocidas que en algún caso puede que lo aprecien , aunque no siendo materia de negocio terminará probablemente destruido. Me va a dar igual, creo. Nada de lo que he hecho tiene mayor importancia. Mi carrera no era ser famoso. La de la mayoría de los artistas que he conocido, sí.
No soy ningún maestro . Todo lo hago con trabajo, inseguridad, esperanza, intuición y una parte de inspiración. La inspiración es lo que pone en contacto al artista con los grandes tesoros que son de todos y para todos. No podemos reconocer la inspiración como propia.
6 comentarios:
2020 ha sido un año extraño y disperso. Al final estaré en unos setenta cuadros , pero en rachas sueltas sin una continuidad tan estricta como por ejemplo los últimos años. Se cierra una década con unos setecientos cuadros más o menos aparte de otras obras. El otro día escuchaba que Matisse en diez años había hecho unos doscientos collages, en su etapa de los recortables. Por supuesto preciosos. No se trata del número, pero los artistas los miramos para saber que seguimos trabajando. Y eso en mi caso supone un problema de almacenaje. Serio problema ya.
Si pienso en mi mujer y en mi hijo , que no conocen mi éxito, yo tampoco , y pienso entonces que si le damos un valor de x euros a cada obra, por poquito que sea les hago un apaño. De manera que en mi aislamiento estoy amasando una pequeña fortuna para ellos.
Hay que hacer una fundación, ya...
No sé si va a ser posible ninguna fundación. Lo más normal es que mi trabajo se vaya difuminando, perdiendo y disolviendo en un mundo al que no perteneceré, no pertenezco ya, en manos desconocidas que en algún caso puede que lo aprecien , aunque no siendo materia de negocio terminará probablemente destruido. Me va a dar igual, creo. Nada de lo que he hecho tiene mayor importancia.
Mi carrera no era ser famoso. La de la mayoría de los artistas que he conocido, sí.
Eres nuestro gran maestro eternamente insatisfecho: Nos es igual los famosos.Tus obras nos dan placer, color y orgullo.
No soy ningún maestro . Todo lo hago con trabajo, inseguridad, esperanza, intuición y una parte de inspiración. La inspiración es lo que pone en contacto al artista con los grandes tesoros que son de todos y para todos. No podemos reconocer la inspiración como propia.
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