A unos metros del portal de mi casa hay un bar. Es un bar con una historia especial , que no voy a contar aquí. Siempre está lleno de gente , tanto dentro como fuera , en las dos terrazas que tiene. La gente habla siempre muy alto, en España se habla a voces. Hoy he estado un momento escuchando el vocerío. Muchas palabras cruzadas unas con otras y con risas y gritos. Todos hablando al mismo tiempo y subiendo el volumen para imponerse sobre el otro. Pensamientos e intenciones cortados a tiras y amontonados en una madeja de dispersión. Me gustaría grabarlo y meter percusiones y sonidos. Ni un segundo de pausa, ni un mínimo silencio. Una especie de jazz de la idiotez.
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A unos metros del portal de mi casa hay un bar. Es un bar con una historia especial , que no voy a contar aquí. Siempre está lleno de gente , tanto dentro como fuera , en las dos terrazas que tiene. La gente habla siempre muy alto, en España se habla a voces. Hoy he estado un momento escuchando el vocerío. Muchas palabras cruzadas unas con otras y con risas y gritos. Todos hablando al mismo tiempo y subiendo el volumen para imponerse sobre el otro. Pensamientos e intenciones cortados a tiras y amontonados en una madeja de dispersión. Me gustaría grabarlo y meter percusiones y sonidos. Ni un segundo de pausa, ni un mínimo silencio. Una especie de jazz de la idiotez.
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