Tengo a menudo la sensación de no estar viviendo en un mundo real. Hoy he pasado por un Zara para estar un rato con aire acondicionado. Recupero un poco la tensión y las ganas de vivir , porque en la calle el calorazo era brutal. La ropa de hombre que tienen es horrorosa. Vale, es que no es para hombres. De pronto unos gritos tremendos , muy histéricos y muy agudos que venían de la dirección de la escalera mecánica. Un remolino de gente a voces, eso siempre, y sí efectivamente era un accidente. Un perrito blanco y peludo, se había pillado una pata en la escalera. La dueña una chica jóven estaba en trance y gritaba histérica mi niño! mi niño! Y el perrito , tranquilo, estaba aparentemente bien en brazos de una señora mayor que trataba de decirle a la chica que el perrito estaba bien. La gente a voces , siempre a voces, contandose unos a otros la escena. Una dependienta se acercó con un vaso de agua, pero la chica solo decía a gritos mi niño! mi niño!. Una escena absurda de irrealidad total . Tengo la sensación de que en el desbarajuste total en el que estamos viviendo, se nos escapa hasta el mundo real. Ahora estamos en un matrix cutre.
Ahora leo unas conversaciones con Eduardo Chillida, escultor. La primera entrevista se la hace una de sus hijas. Rs una oportunidad de conocer algo mejor a un artista que respeto mucho. Él se sentía de un lugar. Tenía una patria interior ligada a un lugar físico que eran Hernani o San Sebastian o algún otro lugar del pais Vasco. A mi me gusta llamarlo Vizcaya, nombre antiguo y noble. Es una suerte sentir eso. Es como ser hijo de algo que en el caso de un artista habla a través suyo.
Es verdad que estar metido en una habitación trabajando con un calor infernal , puede parecer absurdo. El absurdo es admisible para mi. Todo es criticable también , porqué no. Hay que entender que es un trabajo que consiste en intentar crear belleza y esa es una ocupación irremediable para mi, absurda o no. Todo es muy frustrante salvo el acto en sí mismo y posiblemente su concepción. Es mi forma de vida. Nunca he pedido a nadie que me siga en ella.
Lo que percibo en el libro sobre Chillida es un apoyo enorme de su familia. En mi caso, peculiar para variar, no tuve apoyo ninguno de mis padres. Todo lo contrario, nunca se cortaron , especialmente mi padre, en manifestar lo poco que les gustaba esta profesión. Mi trabajo a mi madre no le interesaba en absoluto y para mi padre era una cosa rara y encima sin poseer yo el arte indispensable de engañar al incauto, que es en lo que creía él que consistía el arte contemporaneo. Esto último lo repetía mucho cuando hablabamos de algún artista …tiene el arte, decía él, de que se lo creen y se lo compran. Yo no tenía, en su opinión, ni siquiera ese maravilloso y difícil arte del engaño. Soy tan ingenuo , o tan bobo, como para creer en la verdad de ese arte , que puede hacer cualquier pinta monas. Sin éxito , ante sus ojos me fuí convirtiendo en un inútil, pero trabajador, pinta monas raras , que arrastraba a mi mujer al martirio de soportarme a mí y a mi vida absurda y aislado socialmente. La sociedad! Algo tan importante! Cómo se me ocurría ser un zulú!
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Tengo a menudo la sensación de no estar viviendo en un mundo real. Hoy he pasado por un Zara para estar un rato con aire acondicionado. Recupero un poco la tensión y las ganas de vivir , porque en la calle el calorazo era brutal. La ropa de hombre que tienen es horrorosa. Vale, es que no es para hombres. De pronto unos gritos tremendos , muy histéricos y muy agudos que venían de la dirección de la escalera mecánica. Un remolino de gente a voces, eso siempre, y sí efectivamente era un accidente. Un perrito blanco y peludo, se había pillado una pata en la escalera. La dueña una chica jóven estaba en trance y gritaba histérica mi niño! mi niño! Y el perrito , tranquilo, estaba aparentemente bien en brazos de una señora mayor que trataba de decirle a la chica que el perrito estaba bien. La gente a voces , siempre a voces, contandose unos a otros la escena. Una dependienta se acercó con un vaso de agua, pero la chica solo decía a gritos mi niño! mi niño!. Una escena absurda de irrealidad total . Tengo la sensación de que en el desbarajuste total en el que estamos viviendo, se nos escapa hasta el mundo real. Ahora estamos en un matrix cutre.
Ahora leo unas conversaciones con Eduardo Chillida, escultor. La primera entrevista se la hace una de sus hijas. Rs una oportunidad de conocer algo mejor a un artista que respeto mucho.
Él se sentía de un lugar. Tenía una patria interior ligada a un lugar físico que eran Hernani o San Sebastian o algún otro lugar del pais Vasco. A mi me gusta llamarlo Vizcaya, nombre antiguo y noble. Es una suerte sentir eso. Es como ser hijo de algo que en el caso de un artista habla a través suyo.
Es verdad que estar metido en una habitación trabajando con un calor infernal , puede parecer absurdo. El absurdo es admisible para mi. Todo es criticable también , porqué no. Hay que entender que es un trabajo que consiste en intentar crear belleza y esa es una ocupación irremediable para mi, absurda o no. Todo es muy frustrante salvo el acto en sí mismo y posiblemente su concepción. Es mi forma de vida. Nunca he pedido a nadie que me siga en ella.
Lo que percibo en el libro sobre Chillida es un apoyo enorme de su familia. En mi caso, peculiar para variar, no tuve apoyo ninguno de mis padres. Todo lo contrario, nunca se cortaron , especialmente mi padre, en manifestar lo poco que les gustaba esta profesión. Mi trabajo a mi madre no le interesaba en absoluto y para mi padre era una cosa rara y encima sin poseer yo el arte indispensable de engañar al incauto, que es en lo que creía él que consistía el arte contemporaneo. Esto último lo repetía mucho cuando hablabamos de algún artista …tiene el arte, decía él, de que se lo creen y se lo compran. Yo no tenía, en su opinión, ni siquiera ese maravilloso y difícil arte del engaño. Soy tan ingenuo , o tan bobo, como para creer en la verdad de ese arte , que puede hacer cualquier pinta monas. Sin éxito , ante sus ojos me fuí convirtiendo en un inútil, pero trabajador, pinta monas raras , que arrastraba a mi mujer al martirio de soportarme a mí y a mi vida absurda y aislado socialmente. La sociedad! Algo tan importante! Cómo se me ocurría ser un zulú!
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