Los animales son extraordinarios. Comparten el planeta con nosotros, que nos hemos impuesto como especie hegemónica. Perfectamente adaptados al medio en el que cada especie habita, no solo no intervienen negativamente en su ecosistema sino que lo favorecen y colaboran decisivamente a su equilibrio. A veces cuando estoy en el campo y escucho a los pájaros desde el amanecer , pienso en el trajín de sus días , buscandose el alimento diario sin otra herramienta que ellos mismos. Todos los animales , fuera del pensamiento racional, se dedican simplemente a sobrevivir. Esa es su dedicación y en ella ponen toda su energía. El ser humano , sin embargo, puede intervenir en todo sin una razón fundamental de supervivencia. Ha sido capaz de transformar la materia. Su existencia es la prueba viviente de la evolución de la conciencia. El problema es precisamente que mientras la transformación nos alcanza a todos, la conciencia solo a unos pocos.
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Los animales son extraordinarios. Comparten el planeta con nosotros, que nos hemos impuesto como especie hegemónica. Perfectamente adaptados al medio en el que cada especie habita, no solo no intervienen negativamente en su ecosistema sino que lo favorecen y colaboran decisivamente a su equilibrio.
A veces cuando estoy en el campo y escucho a los pájaros desde el amanecer , pienso en el trajín de sus días , buscandose el alimento diario sin otra herramienta que ellos mismos. Todos los animales , fuera del pensamiento racional, se dedican simplemente a sobrevivir. Esa es su dedicación y en ella ponen toda su energía. El ser humano , sin embargo, puede intervenir en todo sin una razón fundamental de supervivencia. Ha sido capaz de transformar la materia. Su existencia es la prueba viviente de la evolución de la conciencia. El problema es precisamente que mientras la transformación nos alcanza a todos, la conciencia solo a unos pocos.
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