Hoy es la cabalgata de los reyes. Me coge interiormente muy lejos. Creo que desde muy pequeño tuve la sospecha de que todo era un montaje. Soy más creyente ahora de mayor, salvo que no precisamente en estos reyes magos. Cuando eres pequeño tienes la confirmación interior de las cosas o no . La fé , de mayor, es un esfuerzo por acortar una distancia que ha puesto el tiempo sobre el otro lado. Lo mantengo abierto. Mí trabajo ayuda. Estaba ahora terminando un dibujo sobre un río, podría pensar que por el aspecto final del dibujo se trata de un río chino y ¿ qué hace un tipo encerrado en una habitación en Madrid dibujando un rio chino? Soñar. Los sueños traen y llevan realidades. Lo que en ellos ocurre , ocurre con una densidad mágica. No tiene el peso de nuestros días de piedra y carne , pero es. He comprado un libro sobre la relación de Paul Klee con la naturaleza. Hacía tiempo que no me acercaba a él. De él tuve que huir porque me sentía como si fuera un planeta preso en la órbitra de un Sol brillante. Sigue resplandeciente y su lenguage sigue siendo el de la poesía honda que me pareció siempre. Estoy lejos y estoy solo. Eso no es ni mejor ni peor. Es mi camino y resulta irremediable.
Tengo un trozo de corteza de un árbol, que dando un paseo hace unos días, estaba caído al borde del camino. Era, húmedo y a esa luz de la tarde de color tierra carmín. Seco, sobre mi mesa no conserva ese maravilloso tono profundo , pero es un trozo de campo y aquí en un lugar tan urbano se ha convertido en un fetiche del espiritu del campo. Me pregunté porqué estaría caído con el tronco quebrado y pensé en una máquina agrícola. Los agricultores solo ven del campo la posibilidad de sacar rendimiento. Me imagino que el tractor demasiado escorado a un lado del camino tumbó el árbol con el remolque o los aperos traseros. Tal vez en primavera , aunque tendido sobre el suelo , puedan rebrotar parte de sus ramas. Nadie se va a ocupar de él. Poco más adelante, en ese mismo camino, vive un zorro entre unas zarzamoras. Le he visto salir . No es demasiado huidizo. Le he visto a él y a otros dos zorros por la noche en las calles del pueblo. A uno le falta el rabo y a otro una pata trasera. Eso se debe a los cepos. El ser humano es dañino. La peor alimaña. Los tres zorros dejan que te acerques a ellos hasta unos veinte metros . Nadie les hace nada y suben a comer lo que puedan encontrar en estos días de invierno en los que en el campo escasea la caza para ellos. Alguien ha puesto cepos y sería muy deseable para mí que alguno de ellos le pillara de lleno un tobillo.
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Hoy es la cabalgata de los reyes. Me coge interiormente muy lejos. Creo que desde muy pequeño tuve la sospecha de que todo era un montaje. Soy más creyente ahora de mayor, salvo que no precisamente en estos reyes magos. Cuando eres pequeño tienes la confirmación interior de las cosas o no . La fé , de mayor, es un esfuerzo por acortar una distancia que ha puesto el tiempo sobre el otro lado. Lo mantengo abierto. Mí trabajo ayuda. Estaba ahora terminando un dibujo sobre un río, podría pensar que por el aspecto final del dibujo se trata de un río chino y ¿ qué hace un tipo encerrado en una habitación en Madrid dibujando un rio chino? Soñar. Los sueños traen y llevan realidades. Lo que en ellos ocurre , ocurre con una densidad mágica. No tiene el peso de nuestros días de piedra y carne , pero es. He comprado un libro sobre la relación de Paul Klee con la naturaleza. Hacía tiempo que no me acercaba a él. De él tuve que huir porque me sentía como si fuera un planeta preso en la órbitra de un Sol brillante. Sigue resplandeciente y su lenguage sigue siendo el de la poesía honda que me pareció siempre. Estoy lejos y estoy solo. Eso no es ni mejor ni peor. Es mi camino y resulta irremediable.
Tengo un trozo de corteza de un árbol, que dando un paseo hace unos días, estaba caído al borde del camino. Era, húmedo y a esa luz de la tarde de color tierra carmín. Seco, sobre mi mesa no conserva ese maravilloso tono profundo , pero es un trozo de campo y aquí en un lugar tan urbano se ha convertido en un fetiche del espiritu del campo.
Me pregunté porqué estaría caído con el tronco quebrado y pensé en una máquina agrícola. Los agricultores solo ven del campo la posibilidad de sacar rendimiento. Me imagino que el tractor demasiado escorado a un lado del camino tumbó el árbol con el remolque o los aperos traseros. Tal vez en primavera , aunque tendido sobre el suelo , puedan rebrotar parte de sus ramas. Nadie se va a ocupar de él. Poco más adelante, en ese mismo camino, vive un zorro entre unas zarzamoras. Le he visto salir . No es demasiado huidizo. Le he visto a él y a otros dos zorros por la noche en las calles del pueblo. A uno le falta el rabo y a otro una pata trasera. Eso se debe a los cepos. El ser humano es dañino. La peor alimaña. Los tres zorros dejan que te acerques a ellos hasta unos veinte metros . Nadie les hace nada y suben a comer lo que puedan encontrar en estos días de invierno en los que en el campo escasea la caza para ellos. Alguien ha puesto cepos y sería muy deseable para mí que alguno de ellos le pillara de lleno un tobillo.
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