Supongo que hay una cierta influencia familiar en el pensamiento que tenemos cada uno de nosotros. No solo es eso, pero esa influencia está presente. En mi caso, especialmente mi padre, estaba muy marcado por la guerra civil. Salvó la vida de milagro en varias ocasiones y quedó bastante traumatizado . Nunca fué franquista , ni antes, ni después de la guerra. Durante mi infancia le escuché mil veces protestar de “ el panzas” que era como llamaba a Franco. Mi padre era monárquico . Mi madre estaba menos traumada, a pesar de haber perdido a sus dos hermanos. Pasó la guerra con su madre en Ollauri y aún con grandes dificultades, vivió esos años de alguna forma inconsciente de lo que ocurría, refugiada en sus fantasías de adolescente. A Ollauri llegaban de vez en cuando los cadáveres de los hijos del pueblo , muertos en el frente. Llegaban en el remolque de una camioneta y eran depositados , para su reconocimiento, en el suelo de los soportales del ayuntamiento. Pero en sus relatos no había el espanto profundo que sí había en los relatos de mi padre. Uno crece en un ambiente determinado, hasta que las lecturas y la propia experiencia atenúa o confirma el pensamiento que subyace en esas historias contadas. Llegué a la facultad bastante virgen en cuanto a pensamiento político. Tenía ideas difusas y muy generales. El ambiente allí era de clara oposición al régimen y de expectativas ante la que se presumía cercana muerte del dictador. Escuché hablar de Carrillo, como el sumo sacerdote de nuestra salvación. Por supuesto de Fidel, como un ejemplo de santa revolución, de Mao y también de los yanquis y su imperialismo criminal. Llegué a la facultad con unas enormes ilusiones y terminé a mi bola convencido, aún más de lo que ya estaba, de la imbecilidad general humana. Leía a Castaneda, Garcia Marquez, Nietszche , Timothy Leary…y pasaba absolutamente de la derecha y de la izquierda, aunque por supuesto era un hippie burgués y por tanto poco de fiar.
Entre la mayor parte de la gente “de la cultura” que he conocido , está establecida la idea de la superioridad moral de la izquierda. Si no eres de izquierdas, te va a ir mal y se te va a mirar raro. No he conseguido, por tanto, tener amigos. A la hora de la verdad, no eres igual . Salvo en raras excepciones, lo pagas con distanciamiento. Tanto en el mundo musical como en el mundo de las artes plásticas, esto es la verdad. No sé de dónde viene esa superioridad moral , pero siempre me ha parecido, no ya ridícula, sino , por supuesto, falsa.
La revolución cubana afectó mucho a mi familia. Un hermano de mi abuela, el conde de Portalegre, estaba haciendo de embajador en La Habana cuando se produjo la llegada de Castro al poder. Sacó a mucha gente , que quería huir, hacia Miami, mientras la embajada pudo permanecer abierta. Una de sus hijas, mi tia Isabel , casada allí, quedó presa en aquel paraíso, porque su marido cubano no podía salir. Después de muchos padecimientos pudieron establecerse en España a finales de los setenta. Contaron muchas historias de la vida cotidiana en el régimen de Fidel, de la represión y la hambruna. Mi tio murió con las palabras “ mi amada patria Cuba” en los labios y está enterrado en Ollauri, envuelto en una bandera cubana. Era crítico absoluto con el régimen de Fulgencio Batista y víctima , como muchos otros cubanos, del horror del regimen de Fidel Castro .
3 comentarios:
Supongo que hay una cierta influencia familiar en el pensamiento que tenemos cada uno de nosotros. No solo es eso, pero esa influencia está presente. En mi caso, especialmente mi padre, estaba muy marcado por la guerra civil. Salvó la vida de milagro en varias ocasiones y quedó bastante traumatizado . Nunca fué franquista , ni antes, ni después de la guerra. Durante mi infancia le escuché mil veces protestar de “ el panzas” que era como llamaba a Franco. Mi padre era monárquico . Mi madre estaba menos traumada, a pesar de haber perdido a sus dos hermanos. Pasó la guerra con su madre en Ollauri y aún con grandes dificultades, vivió esos años de alguna forma inconsciente de lo que ocurría, refugiada en sus fantasías de adolescente. A Ollauri llegaban de vez en cuando los cadáveres de los hijos del pueblo , muertos en el frente. Llegaban en el remolque de una camioneta y eran depositados , para su reconocimiento, en el suelo de los soportales del ayuntamiento. Pero en sus relatos no había el espanto profundo que sí había en los relatos de mi padre. Uno crece en un ambiente determinado, hasta que las lecturas y la propia experiencia atenúa o confirma el pensamiento que subyace en esas historias contadas.
Llegué a la facultad bastante virgen en cuanto a pensamiento político. Tenía ideas difusas y muy generales. El ambiente allí era de clara oposición al régimen y de expectativas ante la que se presumía cercana muerte del dictador. Escuché hablar de Carrillo, como el sumo sacerdote de nuestra salvación. Por supuesto de Fidel, como un ejemplo de santa revolución, de Mao y también de los yanquis y su imperialismo criminal. Llegué a la facultad con unas enormes ilusiones y terminé a mi bola convencido, aún más de lo que ya estaba, de la imbecilidad general humana. Leía a Castaneda, Garcia Marquez, Nietszche , Timothy Leary…y pasaba absolutamente de la derecha y de la izquierda, aunque por supuesto era un hippie burgués y por tanto poco de fiar.
Entre la mayor parte de la gente “de la cultura” que he conocido , está establecida la idea de la superioridad moral de la izquierda. Si no eres de izquierdas, te va a ir mal y se te va a mirar raro. No he conseguido, por tanto, tener amigos. A la hora de la verdad, no eres igual . Salvo en raras excepciones, lo pagas con distanciamiento. Tanto en el mundo musical como en el mundo de las artes plásticas, esto es la verdad. No sé de dónde viene esa superioridad moral , pero siempre me ha parecido, no ya ridícula, sino , por supuesto, falsa.
La revolución cubana afectó mucho a mi familia. Un hermano de mi abuela, el conde de Portalegre, estaba haciendo de embajador en La Habana cuando se produjo la llegada de Castro al poder. Sacó a mucha gente , que quería huir, hacia Miami, mientras la embajada pudo permanecer abierta. Una de sus hijas, mi tia Isabel , casada allí, quedó presa en aquel paraíso, porque su marido cubano no podía salir. Después de muchos padecimientos pudieron establecerse en España a finales de los setenta. Contaron muchas historias de la vida cotidiana en el régimen de Fidel, de la represión y la hambruna. Mi tio murió con las palabras “ mi amada patria Cuba” en los labios y está enterrado en Ollauri, envuelto en una bandera cubana. Era crítico absoluto con el régimen de Fulgencio Batista y víctima , como muchos otros cubanos, del horror del regimen de Fidel Castro .
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