Estuve el otro día en el cementerio de un pequeño pueblo. Los cementerios nunca me han parecido lugares vacíos. La tarde era desapacible y fría. Los seres humanos somos fuertes. Soportamos la perdida de amigos, hermanos, padres o hijos…y nos sobreponemos a ello. Nos sabemos mortales y estamos tan distraídos en nuestro diario que seguimos viviendo de espaldas a esa realidad. Yo no tengo fé ni respuesta. El mundo es un extraño lugar de el que son dueños los vivos. Los muertos desaparecen y la honra que se le brinda al héroe, supone siempre un mayor o menor malentendido. Vivímos , distraídos, sometidos una descomposición permanente. Nada permanece incorruptible en nuestro mundo físico. Nada permanece para siempre.
Estuve el otro día en el cementerio de un pequeño pueblo. Los cementerios nunca me han parecido lugares vacíos. La tarde era desapacible y fría. Los seres humanos somos fuertes. Soportamos la perdida de amigos, hermanos, padres o hijos…y nos sobreponemos a ello. Nos sabemos mortales y estamos tan distraídos en nuestro diario que seguimos viviendo de espaldas a esa realidad. Yo no tengo fé ni respuesta. El mundo es un extraño lugar de el que son dueños los vivos. Los muertos desaparecen y la honra que se le brinda al héroe, supone siempre un mayor o menor malentendido. Vivímos , distraídos, sometidos una descomposición permanente. Nada permanece incorruptible en nuestro mundo físico. Nada permanece para siempre.
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